I. INTRODUCCIÓN
Los fluidos son ubicuos en la naturaleza. Todos ellos tienen una viscosidad cinemática que ralentiza los movimientos
hasta que se observen desplazamientos suaves y lentos. Para contrarrestar este efecto, uno tiene que inyectarle energía al
fluido de alguna manera. Cuando la viscosidad le gana a esta inyección de energía, se dice que el flujo es laminar. Caso
contrario, el flujo será turbulento, donde los movimientos son menos predecibles. Este último caso es de gran interés ya
que la turbulencia en fluidos es un fenómeno que se observa en la naturaleza de muchas maneras a distintas escalas.
Durante muchos años se estudiaron las propiedades de la turbulencia en tres dimensiones, como por ejemplo las cas-
cadas de energía directa. Esto es, la transferencia de energía de mayor a menor escala. Por otro lado, está la turbulencia
bidimensional, que adquirió relevancia en las últimas décadas. Por supuesto que en la naturaleza no existe la turbu-
lencia bidimensional estrictamente hablando. Sin embargo, existen escenarios en donde la variabilidad del flujo sobre
una coordenada espacial es despreciable en comparación a las otras dos, y en esos casos los modelos de turbulencia en
dos dimensiones describen adecuadamente a la realidad. Por esta razón se han encontrado numerosas aplicaciones en
la oceanografía y la geofísica. Además, la turbulencia bidimensional es más amena de estudiar desde el punto de vista
experimental y computacional, ya que numéricamente se obtiene una mejor resolución espacial y temporal. Por último,
los resultados en dos dimensiones podrían ser reinterpretados para lograr una mejor comprensión del fenómeno en el caso
tridimensional [1].
En principio, la evolución de un flujo bidimensional está dado por la ecuación de Navier-Stokes
∂tu+u·∇u=−1
ρ∇p+ν∇2u+f,(1)
donde ues un campo de velocidades bidimensional incompresible (∇·u=0), ρes la densidad del fluido, νla viscosidad
cinemática, pla presión y frepresenta un campo forzante externo.
Sin embargo, los resultados teóricos basados en (1) no coincidían con lo que se observaba experimentalmente. En
1979, N. F. Bondarenko argumentó que esta incongruencia provenía de la fricción del fluido con el fondo, que afecta lo
que ocurre en la superficie ya que la altura hdel fluido es pequeña (se busca que el flujo sea lo más bidimensional posible).
La condición de contorno en el fondo (u=0 en z=0) genera un gradiente de velocidades en zque no es tenido en cuenta
en la ecuación (1). Así, Bondarenko agregó un término de fricción lineal en la velocidad obteniendo:
∂tu+u·∇u=−1
ρ∇p+ν∇2u−αu+1
ρ⟨F∥⟩z(2)
donde ⟨F∥⟩zes la fuerza paralela al plano, integrada a lo largo de la variable z. En la última expresión, αes el llamado
coeficiente de fricción (o parámetro alfa de Bondarenko), que toma la forma
α=η2ν
h2(3)
donde ηes un parámetro que se ajusta para que los resultados experimentales coincidan con las predicciones teóricas [2].
En este trabajo se diseña un montaje experimental capaz de generar turbulencia bidimensional de manera controlada.
Asimismo, se mide este fenómeno en sus distintas etapas (encendido, estacionario y decaimiento) para luego determinar
los campos de velocidad y vorticidad, el espectro de energía, y el coeficiente de fricción del sistema. En última instancia
se estudia el ordenamiento espacial del flujo en turbulencia a través de mapas de Voronoi.
II. DISEÑO EXPERIMENTAL
Existen distintas formas efectivas de generar turbulencia bidimensional de manera controlada, en este caso, se decidió
utilizar el método que denominamos “capas electromagnéticas", cuyo funcionamiento se detallará a continuación [3-7].
El método de capas electromagnéticas consiste en tener un fluido conductor, por el cual se hace circular una corriente
bajo la presencia de un campo magnético generado por un arreglo de imanes. En la Fig. 1(a) se ilustra el diseño experi-
mental, con las dimensiones correspondientes a nuestro montaje particular.
La turbulencia se genera en el electrolito, por encima del arreglo de imanes. En esta región, la profundidad del electrolito
es baja (∼6 mm), para garantizar que se está trabajando dentro de una buena aproximación bidimensional. La fuente de
corriente, los electrodos y el propio electrolito forman un circuito cerrado mediante el cual circula una corriente uniforme
en una dirección paralela al plano de turbulencia, digamos en ˆy, generando electrólisis. Por otra parte, los imanes, que se
colocan alternados en polarización, generan un campo magnético en la dirección perpendicular al plano de turbulencia,
digamos en ˆz. Como el fluido es conductor, los elementos de fluido se ven afectados tanto por la corriente como por el
campo magnético y están sometidos a la fuerza de Lorentz (F∥=J×B) [8], que apunta en la dirección ˆx, que es paralela
al plano de turbulencia. Como los imanes están alternados en polarización, la fuerza de Lorentz cambia su dirección al
moverse en el plano del electrolito. Se espera que esto produzca pequeños vórtices de un tamaño característico comparable
al de los imanes. Una de las ventajas experimentales de este diseño es que tanto el arreglo de imanes como la corriente
pueden tomar diferentes formas, haciendo que el sistema tenga distintas configuraciones para explorar.
En lo particular de este trabajo, el electrolito utilizado es agua con sal (salmuera) en una concentración del 30 %. Los
Martinovich et al. / Anales AFA Vol. 34 Nro. 4 (Diciembre 2023 - Marzo 2024) 103-108